La Sabiduría hace referencia al conocimiento profundo.
Su origen etimológico se vincula al verbo «sapere» en latín.
Con sinónimos tales como erudición, ilustración o cultura,
la sabiduría está estrechamente ligada a la acción de compartir,
y se ha relacionado durante siglos con las artes,
con el arte de crear, la artesanía, los oficios y el conocimiento a través de la escritura.
¿Es el arte (incluida su disciplina escrita) el vehículo para compartir el aprendizaje?
Históricamente, el arte de la escritura ha sido un vehículo-raíz a través del cual
se ha compartido lo aprendido y se ha facilitado así el desarrollo de lo compartido,
estableciendo códigos para la evolución del ser humano.
¿Acaso la naturaleza muestra en su belleza una serie de códigos destinados a despertar la conciencia de las personas?
Es posible.
Es posible que las primeras referencias escritas alrededor de 3.000 años a.C.
por la civilización Sumeria dispongan de sus propios códigos para ensalzar la erudición,
transmitir la cultura y compartir el saber, tanto en lo terrenal a lo espiritual.
Son Sumerias las referencias escritas más primitivas que se conocen,
al igual que los primeros vestigios en la creación de vino de cerveza.
El conocimiento de uno mismo,
nuestra relación con la naturaleza y el cosmos
y la capacidad para experimentar el lujo y los placeres de la vida radican en el saber,
un privilegio destinado a ser compartido desde el mundo antiguo
por los conocedores de la verdad
que convergían en un consejo o grupo de sabios.